La Cantina Divina, un restaurante-escuela en el tesoro oculto de Nave María

Tetuán estrena un proyecto gastronómico y social en el que trabajarán 20 jóvenes en riesgo de exclusión


El 5 de junio abre al público en Tetuán una de las iniciativas sociales más prometedoras de los últimos años: el restaurante-escuela La Cantina Divina. Y lo hace en el espacio más fascinante y desconocido del barrio de Berruguete: Nave María, un antiguo taller de carpintería que cuatro emprendedores sacaron de su total abandono hace cinco años para convertirlo en un lugar de eventos mágico sin perder un ápice de su esencia original.

“Es el sitio más bonito de Madrid”, asegura el cocinero Chema de Isidro, director de Cesal Gastronomía Social, y uno de los promotores de La Cantina Divina, donde trabajarán 20 adolescentes en riesgo de exclusión procedentes del barrio. “Los jóvenes no aprenderán sólo a cocinar o servir las mesas, también habilidades sociales y personales fundamentales en la formación para el empleo”, explica De Isidro, que lleva más de una década trabajando con jóvenes del barrio, y por cuyos fogones han pasado cerca de 3.000 menores con dificultades.

El restaurante contará con un aforo de 60 personas, abrirá de martes a sábado, de 9.30 a 18.30 horas, y su funcionamiento será similar al del exitoso Espacio Quinta de los Molinos, también gestionado por Cesal –al igual que el CEPI de Nuestra Señora del Carmen–, sólo que en esta ocasión el impulso parte de manos privadas, en alianza con esta oenegé.

Concretamente, de las ocho manos detrás de Nave María, entre ellas las de Cumi Torán, al frente de la parte gastronómica del espacio. “La idea es que sea un negocio sostenible por sí mismo, pero con un fin social. La carta será sana y natural, pero jugaremos con los platos del día para que trabajen con guisos y demás”, añade esta psicóloga dedicada desde hace 15 años a las artes culinarias, que vertebran todo el proyecto.

Junto a Cumi, Marta, Borja y Carlota llevan las riendas de Nave María, un recóndito lugar que hallaron hace cinco años en la travesía del Bellver, 2, después de mucho patear el barrio, y que en los años 60 acogió un taller de carpintería que trabajó, para instituciones como el Senado o para El Corte Inglés, entre otros.

Un antiguo taller de carpintería y una nave fascinante 

Los cuatro quedaron impactados al descubrir las posibilidades de la nave y el almacén contiguos, pese a su estado de abandono: “Tuvimos que rehacer el alcantarillado, arreglar la cubierta y el suelo, que estaba podrido, pero mantuvimos la estructura tal y como estaba, incluida las cerchas ferroviarias, con remaches que ya no se realizan”, explican. Las paredes, así como multitud de detalles, se han conservado como alhajas, y el arcaico foso de serrín se ha transformado en un hammam de agua salada donde se han llevado a cabo múltiples reportajes para revistas de moda. “Desde el principio montamos también una cocina, que hizo que lo que iba a ser un proyecto fotográfico se convirtiera en uno gastronómico –añade Cumi–, y que a la postre ha sido el germen de La Cantina”.

Un año después del espacio principal se abrió Nave Marieta en el almacén anejo, la hermana pequeña “más blanca y más cálida”, en contraste con el toque industrial de la anterior, y conectada a esta por una terraza donde se ubica el “sanatorio” de flores y plantas.

“Hacemos las cosas pensando en que esto es un hogar, donde no hay clientes sino anfitriones”, añade Marta Torán, que “un día fue publicista” y hoy “hortelana” vocacional y responsable del desarrollo de eventos. En este tiempo se han llevado a cabo decenas de eventos y talleres de ámbito corporativo y relacionados con las artes y la cocina, pero siempre desde una perspectiva sostenible: “No nos interesa la noche, somos diurnos y sobre todo respetuosos con nuestros vecinos”, explican.

“Somos partidarios de dar una segunda oportunidad a las cosas”

Además, cuentan con una compostera y promueven el consumo local y responsable. “No soportamos lo nuevo, aquí no se compra nada a estrenar, hasta la vajilla es de mercadillo. Somos partidarios de dar una segunda oportunidad a las cosas… acogemos a todo y a todos”, añade Borja Zausen, fotógrafo y realizador, y que además ayuda a empresas en sus procesos de transición ecológica usando la pauta que han marcado en Nave María, que ha compensado ya más de 20Tm de emisiones de CO2 derivadas de su actividad y los proyectos que desarrollan mediante la plantación del correspondiente número de árboles en los Picos de Europa.

“Queremos devolver a la tierra lo que nos da, no dejar huella ecológica sino social”, comenta Marta. Y es precisamente esa “parte social” que les faltaba la que abordan con La Cantina Divina, que quieren abrir “al público de Madrid, pero sobre todo de Tetuán: defendemos su fusión cultural como una de las cosas más importantes para nosotros”, añade Borja.

“Nave María es un lugar con alma, insuflada por sus promotores”, concluye Chema de Isidro, que a partir de ahora contribuirá también con su sello solidario al despegue de La Cantina. Los interesados ya pueden reservar mesa en su web. Eso sí, tendrán que abrir bien los ojos para no perderse la entrada: “Queremos mantener el misterio del lugar, para que la sorpresa sea mayor al entrar, y que funcione el boca a boca: que quien entre se convierta en el mejor embajador de la casa”, aclaran.



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