EDITORIAL: La cultura en retroceso

Lo más parecido al consenso que se vivió durante las dos últimas legislaturas en Tetuán sucedió en el plano cultural. Durante esos años se inauguraron centros culturales y salas que acogieron decenas de exposiciones, y se activaron ciclos de cine y música, certámenes literarios, de danza y de flamenco. Desde las asociaciones vecinales se hablaba de “la alta posición cultural” de que gozaba Tetuán, y la oposición –sí, la oposición– se jactaba del distrito como “el mejor de Madrid en cuanto a servicios culturales”.


Con la legitimidad que le otorga gobernar, el nuevo equipo municipal anunció a su llegada la intención de “reformular” toda la actividad cultural de Tetuán. La primera medida fue la supresión del certamen infantil Jaime Campmany, tras ocho ediciones y más de 15.000 trabajos presentados. “Personalizarlo en la figura de este escritor, que además trabajó en un periódico concreto (sic), era una manera de reducirlo”, fue el argumento. La última, la desaparición del calendario del ciclo Pasión Flamenca.


A la espera de que se “reformule” la actividad, la actitud de Ayuntamiento y Junta ha sido dejar al pairo la cultura. Se hace mes a mes con las actividades y exposiciones que se celebran en Tetuán, sin la mínima divulgación que garantice que la información llegue a los vecinos; y ocurrió con el Carnaval donde, apenas unos días antes de que comenzara, pocos vecinos del distrito sabían que se celebraría en sus calles. Una carencia de la que el menos responsable fue precisamente su defenestrado coordinador, que se dejó la piel en una difusión que simplemente no existió. El mismo error, reconocido por la Junta, que se había cometido semanas antes con los Presupuestos Participativos.


La escasa difusión, la descoordinación –hace unos días se programó una exposición “de coños”, junto a un espectáculo de títeres para niños– o medidas tan poco edificantes como emplear los tablones culturales para hacer propaganda, lastran las actividades y meten aún más presión al equipo de gobierno. Un equipo que considera, con razón, que la ciudad tiene problemas más graves que solucionar, pero ello no obsta para juzgar que la actividad cultural en Tetuán ha retrocedido varios pasos en muy pocos meses.


Por último, no podemos dejar pasar lo ocurrido en el último Pleno, durante el cual el portavoz del PP fue increpado cara a cara por una vecina, ante la pasividad de la concejala. En estos 22 años hemos visto protestas vecinales y debates muy tensos en ese salón, pero nunca algo así. Por provocador y errado que fuera el argumentario de la oposición, mantener el orden y el amparo al resto de la corporación debiera ser un principio inexcusable si se pretende salvaguardar la libertad de expresión. Que todo el derecho que tiene cualquier vecino para protestar no sea aprovechado por nadie para intimidar al adversario político.


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