Julio Álvarez: "El Arte es comunicación"

Mada Alonso – 20/02/1995

Su patria es el Universo. Y su Dios la anarquía, porque “lo maravilloso es hacer las cosas por convicción, por ética. Tener un sentido claro de tu actitud ante la vida”. Este ha sido, probablemente, el paradigma en el que se ha movido siempre Julio Álvarez, un hombre que ha sabido utilizar el arte para comunicar. Y comunicar fundamentalmente en la calle. Corríanlos años de la posguerra y él era entonces un jovenzuelo ávido de emociones fuertes que le llevaron a crear y organizar exposiciones al aire libre. Siempre arropado por buenos amigos, “he tenido la suerte de tener amigos a los que he propuesto aventuras lúdicas y han respondido”, supo estar en su momento al pie del cañón. Superar riesgo y la dificultad para poder decir lo que tenía que decir, aunque “jugábamos una baza importante: no se usaba la misma violencia ni el mismo rigor con los intelectuales que con los obreros”.

El caso es que desde el año 53 se convirtió en fundador de las Exposiciones de Primavera al Aire Libre y, desde entonces, participo en ellas aún a riesgo de que “no me comprendieran cuando trataba de expresar mis ideas con el arte”. Empezaron por el Retiro y pasaron por las Cortes, el Paseo del Prado o Recoletos. Aquello se convertía en un hervidero de artistas en contra del Régimeny ya en la segunda se daban cita, también, cantautores y poetas para recitar a Lorca, León Felipe o Vallejo.

“Lo maravilloso es hacer las cosas por convicción, por ética. Tener un sentido claro de actitud ante la vida”.

De él se han dicho muchas cosas, pero se ha resaltado sobre todo su personalidad polifacética: pintor, escultor, escritor, publicista en su tiempo y técnico de efectos especiales. Él se define como un personaje incógnito donde “lo fundamental es que seas éticamente sincero. Luego te encuentras con un cuerpo que te proporciona sorpresas.

Personaje polifacético, ácrata en todos los sentidos, rebelde por convicción, amante de lo desconocido, “predicador laico”. Son sólo algunos de los vocablos que se pueden utilizar para hablar de Abel Beire, León Abad o Julio Álvarez, una misma persona que ha sabido codearse con el más variado mundo cultural y político de la segunda mitad del siglo. Por circunstancias del azar o por elección propia, Julio Álvarez vive en Tetuán desde hace tiempo y aquí a tenido siempre su lugar de trabajo.

Lo mejor es estar siempre preparado, tener una conciencia clara de lo que quieres sentir y hacer de la vida, y tener una especie de actos reflejos condicionados para actuar en consecuencia”.

GANARSE LA VIDA.

Se empezó a ganar la vida muy pronto. Siendo un crío, su padre murió en la contienda y, desde entonces nunca hizo travesuras que pudieran poner triste a su madre a la que recuerda como “figura importante en mi vida”. Ni siquiera cuando correteaba por la Dehesa, su “jardín de infancia”. Comenzó a trabajar en talleres donde “siempre intentaba dibujar a mis compañeros, hacía caricaturas. Hasta que un día descubrí que había un museo en Madrid de reproducciones artísticas en su propio tamaño de pintores clásicos, y allí iba a dibujar cuando salía del taller”. Después se ganaría la vida como escaparatista, para entrar más tarde en el mundo de la publicidad y el cine, donde destacaría como técnico en trucajes y animación y como realizador de los efectos especiales de la película Tarots, de Jose Maria Forqué. Eso le dejaba dinero y tiempo suficiente para dedicarse a sus exposiciones.

Ahora, a sus 68 años, relatan con entusiasmo el transcurrir de su vida. Sigue considerándose un luchador y un soñador, aunque reconoce que le desespera su falta de elasticidad para desplazarse. Dos muletas le acompañan siempre y el tiempo así, dice, pasa más deprisa. No obstante, no deja de tener proyectos y “cuando surge una causa me solidarizo con ella en la medida de mis fuerzas”.

Vive el presente consciente de que “cambia a cada instante” sin abandonar sus sueños, expectante por si le aparece la oportunidad de vivirlos, mirando al pasado como lo que es, “fantasmas que ya fueron” y al futuro como “un enigma”.


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