"BLOG" ERÓTICO DE RODIN

El 14 de mayo se presentaron por primera vez en Madrid las grandes esculturas de Auguste Rodin (La edad de bronce, El beso, La avaricia y la lujuria, Manos de amantes o Balzac, entre otras), en las que se aprecia la relación que se establece entre el gran escultor y el cuerpo desnudo. Estas esculturas están acompañadas de una selección de dibujos, a través de los que se analizan las relaciones entre arte, erotismo y desnudez. La exposición lleva por título: “Rodin. El cuerpo desnudo”, y se compone de 33 esculturas y 90 dibujos pertenecientes a las colecciones del Musée Rodin de París. Se podrá visitar hasta el 6 de julio en el Instituto de Cultura Fundación Mapfre, en la avenida del General Perón, 40. Rodin puede considerarse el último gran escultor, que marca la transición entre los grandes talleres clásicos y las vanguardias históricas. A lo largo de toda la historia del arte, la escultura clásica ha deserotizado el cuerpo humano a través del canon: al introducir el cuerpo en un molde de proporciones, se desmaterializa la carne. Sin embargo, Rodin fue el escultor de la voluptuosidad; la tensión que establece entre el desnudo tradicional y la introducción del deseo e, incluso, de una supuesta obscenidad en muchas de sus obras, ponen de manifiesto como cambia para siempre la tradición clásica del desnudo. Una de las primeras cuestiones que llaman la atención al acercarnos a las esculturas de desnudos de Rodin es que, en general, carecen de tema. A lo largo del siglo XIX, el desnudo necesitaba revestirse de un pretexto, disfrazarse de diosa de la mitología para ser aceptado por la sociedad biempensante. Sin embargo, Rodin elimina la narratividad de sus desnudos para resaltar la carnalidad y voluptuosidad de los cuerpos, incluso el espacio desaparece y la modelo está en un “no lugar”. Los dibujos de Rodin no aparecen en su obra hasta la madurez, cuando ya ha cumplido los 60 años, y lo hacen de forma obsesiva, automática. Observa a las modelos que pasean desnudas por su taller, les pide que se muevan libremente hasta que descubre una pose especial. Entonces, las detiene y las dibuja rápidamente en el papel, sin mirar el dibujo, sin despegar la vista de la modelo. En una fase posterior, retocará estos dibujos con toques de aguada y acuarela. BETO LÓPEZ

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