La segunda ola nubla el futuro de la hostelería, que ya ha cerrado 40.000 negocios

Empresarios de Tetuán y Chamberí nos cuentan la difícil situación por la que atraviesa el sector


La vertiente económica del ‘tsunami’ producido por el covid-19 tiene en la hostelería uno de los sectores más zarandeados. En estos días, la segunda ola ha dejado a miles de empresarios con la incertidumbre entre la salida a flote o el definitivo naufragio. Se estima que en el último año la hostelería ha perdido 400.000 empleos y se han cerrado 40.000 comercios en todo el territorio, aunque la cifra podría superar a final de año los 65.000 o incluso llegar a los 85.000.

Por ello, el pasado 9 de septiembre los hosteleros españoles se manifestaron en Cibeles bajo el lema ‘Salvemos la hostelería’, para reclamar medidas urgentes para salvar unos negocios que suponen el 6,2% del PIB español, y de los que dependen cerca de un millón y medio de familias.

El sector de las discotecas y los bares musicales también ha decidido mostrar su desesperación, con una curiosa forma de protesta: encerrándose en sus locales para denunciar el “maltrato” del Gobierno y pedir un plan de rescate que alivie la “sangría”.

La situación en los distritos

Hemos recorrido distintos bares, restaurantes y pubs de Tetuán y Chamberí, para conocer de primera mano cómo están manejando una situación que cada vez se antoja más difícil.

Uno de los sectores más perjudicados es el dedicado al ocio nocturno, debido a las limitaciones de horario y aforo, además del cierre de las pistas de baile, lo que ha obligado a las salas a innovar y a adaptarse a las limitaciones. Así lo ha hecho el Grupo Moby Dick, cuyo relaciones públicas, Hugo, cuenta que una de las primeras medidas que tomaron fue renovar completamente el mobiliario de los locales para evitar contagios e incrementar la limpieza de los lavabos, que llevan a cabo hasta seis veces al día: “También hemos invertido en recursos humanos, contratando a más personal en sala, para asegurarnos de que las normas se cumplen en todo momento. Somos como una especie de vigilantes”.

Otro de los hándicaps es la práctica desaparición de la música en vivo, debido a las circunstancias. Casi nadie se atreve a organizar conciertos, en primer lugar por el miedo del público, pero también porque a los negocios no les salen las cuentas. “Nosotros hemos hecho una excepción con la Moby Dick (Avenida del Brasil, 5), aunque estamos abriendo por debajo del aforo permitido para mantener todo bajo control”, puntualiza Hugo.

Con terraza, algo mejor

Un panorama distinto y algo más alentador vislumbran los bares que durante este verano han podido abrir sus terrazas sin apenas restricciones. Está comprobado que las posibilidades de contagio se reducen drásticamente en los espacios abiertos, debido al mayor distanciamiento y la mejor ventilación, lo que hace que la mayoría de clientes prefieran tomarse algo en las terrazas.

Alfredo, de La Blanca Doble (Vallehermoso, 66), y Alberto, del Iguazú (Teruel, 16), nos explican no obstante que pese al buen tiempo la ciudadanía ha estado reacia a salir a las terrazas en la misma medida que antes y que el consumo ha bajado enormemente.

Según Alfredo, que también tiene local interior y elaboraba muchos menús para las oficinas de la zona de Chamberí: “Se han reducido los menús a la mitad. Estamos a un 40% o a un 50% como mucho, y eso que aún tenemos la terraza. Con el invierno no me quiero imaginar. Además, con estas nuevas restricciones el miedo se ha generalizado, y aunque en nuestro barrio no nos hayan confinado, se está notando que vienen menos. Si esto sigue así, en diciembre tendremos que cerrar”. Por si esto fuera poco, este negocio chamberilero se ha visto afectado por la ausencia de turistas, quienes más consumo hacen en esta modalidad.

Por su parte, Alberto señala que el control de la policía con los aforos no ha ayudado, porque los clientes se sentían más inseguros, y aunque han podido estar abiertos hasta la 1 de la mañana, muchos días han tenido que cerrar antes, porque no había demanda.

Más problemas han tenido aquellos mesones, cafeterías, restaurantes o bares sin posibilidad de terraza, y con un espacio interior reducido. Algunos, incluso, con solo una barra, uno de los ámbitos que más restricciones ha sufrido, pese a que algunos han tirado de ingenio para instalar mamparas o incluso organizar reservas.

Benito, del bar que lleva su nombre en La Ventilla (Magnolias, 56), cuenta que ha salido adelante gracias a que son solo él y su mujer quienes atienden, y que llevan 40 años abiertos: “Aquí la gente es muy fiel y en cuanto abrimos no ha fallado ni un día”, afirma.

Michel, cuya cafetería en Chamberí (García Paredes, 94) también se llama como él, se ha decantado por tomar la temperatura tres veces al día a sus empleados. “Aunque podamos ser asintomáticos, la fiebre es un factor determinante. Incluso he sacado a muchas más personas del ERTE de lo que necesitaría en principio, para que la clientela no tenga que esperar y el servicio sea más agradable para todos”, subraya con orgullo.

José Manuel, uno de los tres socios de El Quinto Vino (Hernani, 48), cuenta también cómo ha sido la experiencia para ellos: “Abrimos en la fase cero con comida para llevar. Ahora estamos cumpliendo la normativa actual y además hemos pedido unos veladores para poner en la calle para reforzar. Lo que también hemos notado últimamente es la incorporación de forma presencial a las oficinas. Esperemos que, al menos, podamos seguir así y mantenernos”, explica esperanzado.

Por su parte, Carmen, del restaurante vegetariano Ceres (Topete, 32), no puede ser tan optimista: “Nosotros desde que empezó la pandemia no nos hemos recuperado. Tenemos el restaurante al 50% y ni con ese aforo lo llenamos. Ahora lo que se busca son sitios abiertos”, se lamenta.

¿Soluciones?

Salvando las diferencias, todos ellos coinciden en las claves que van a permitirles salvarse: premiar la fidelidad, extremar la limpieza sin escatimar recursos –ni humanos ni sanitarios– para evitar contagios, intentar repartir las horas entre los empleados de la forma más equitativa posible y reinventarse a través de las nuevas tecnologías.

También se asemejan las reivindicaciones: que no se cierren por completo los negocios, porque habrá quien no pueda abrir de nuevo sus puertas, que se mantengan los ERTE, que se amplíe el periodo de devolución de los préstamos ICO y, por supuesto, que sigan planteando medidas desde la Administración, para apoyar a un sector que forma parte de nuestra propia identidad.


  Votar:  
Resultado:5 puntos5 puntos5 puntos5 puntos5 puntos
  2 votos

Deje un comentario

Para dejar su comentario identifíquese o regístrese.