De Chillida a Jaume Plensa: una ruta escultórica por Tetuán

Estatuas, bustos y murales relevantes conforman una parte desconocida del distrito


No es Tetuán un distrito conocido por sus manifestaciones artísticas. Señalar que en sus barrios apenas hay monumentos o esculturas de relevancia resulta un lugar común incluso entre los propios residentes y, sin embargo, esta consideración tiene más que ver con el desconocimiento o la falta de divulgación que con la propia ausencia de obras. Lo cierto es que entre las calles, plazas y parques tetuaneros pueden descubrirse piezas de algunos de los grandes escultores del siglo pasado, como Eduardo Chillida o Pablo Serrano; maestros de la escultura pública, como Juan Bordes o Enrique Salamanca; del arte cinético, como George Rickey, o la primera obra madrileña de uno de los artistas españoles con mayor proyección mundial, Jaume Plensa.

Tetuán 30 días ha trazado un recorrido para descubrir algunos de estos “tesoros” escultóricos inadvertidos, cuyo punto de partida no puede ser otro que Azca, cuya manzana acumula la mayor parte de las obras. En su interior se encuentra, desde 1978, el cubo de acero inoxidable apoyado en uno de sus vértices, titulado ‘Cilindros en el Espacio’. Esta obra de Enrique Salamanca –el segundo artista más expuesto en la capital y autor del homenaje a Tierno Galván en el Parque de La Vaguada o de la "Estrella de la Libertad" que corona el Nudo Norte– fue recolocada hace unos años, y debido al desgaste se cambiaron sus baldosas de granito negro por las actuales, perdiendo así su “sentido especular inicial”.

Muy cerca, flanqueando la entrada principal de la torre Castellana, 81, se halla el busto de ‘Isabella’, obra del artista plástico Jaume Plensa para la propiedad del edificio, que en 2018 instaló este joven rostro femenino, de casi dos metros de altura, unos meses antes de que el Ayuntamiento de Madrid colocara su más conocida y monumental ‘Julia’, en la Plaza de Colón.

Subiendo por el paseo de la Castellana se ubica una lápida de hormigón homenaje a Pablo Ruiz Picasso en la plaza homónima, instalada en 1980 y obra del arquitecto municipal Joaquín Roldán. Un muy modesto tributo al pintor malagueño y el único materializado de un proyecto para el que se barajó una reproducción a escala de una de sus obras o la apertura de un pequeño museo.

Ya en la Torre Europa se alcanza otra de las últimas obras aterrizadas en el distrito, también de propiedad privada. Se trata de una escultura mecánica, como un árbol metálico con ramas en movimiento. Su autor, el escultor estadounidense George Rickey, fallecido en 2002, es uno de los exponentes más relevantes del arte cinético.

Enfrente, en la avenida del General Perón, se localiza el célebre mural del Palacio de Congresos, obra del pintor Joan Miró y del ceramista Joan Gardy Artigas y que consta de 7.000 placas cerámicas pintadas y vidriadas. Sin duda, uno de los espacios más reconocibles de esta parte del distrito. Desde 2013, la explanada del palacio está custodiada por una estatua de Gandhi, en bronce y de tamaño real, que conmemora la “marcha de la Sal” del líder indio. La pieza, un regalo del Gobierno indio a varios países europeos, pertenece al veterano artista Ram Vanji Sutar, autor de la estatua más alta del mundo (182 metros), localizada en India.

Apenas a un centenar de metros, en los jardines de esta avenida, se encuentra la estatua dedicada al presidente argentino Juan Domingo Perón, instalada en 1975. Su autor, Agustín de la Herrán, esculpió a este “paladín de la amistad argentino-española” –según reza la placa– en bronce y con traje militar. De la Herrán cuenta también en Madrid con obras como el ‘Monumento a la Hispanidad’, en Ciudad Universitaria, o el dedicado a Azorín, en la Cuesta de la Vega.

Abstracción, Ferreira de la Torre y Calatrava

Ya en el barrio de Castillejos, y hasta la Plaza de Castilla, se reparten varias esculturas, comenzando por la del fundador de la Academia Brasileña de las Letras, Joaquim Mª Machado de Assis, en la avenida del Brasil, obra de Bartolomeu-Humberto Cozzo, o las dos abstractas que flanquean el Ministerio de Energía, Turismo y Agenda Digital (Poeta Joan Maragall, 41), una de ellas –la de la derecha, titulada ‘Equilibrio horizontal móvil’–, perteneciente al zamorano José Luis Alonso Coomonte; en el lateral del edificio se sitúa un notable mural de cerámica, elaborado según dibujo de Manuel Viola –perteneciente, como Juana Francés y Pablo Serrano, al grupo El Paso– y con relieves vidriados de Andrés Galdeano, finalmente, en la esquina opuesta de la manzana (Orense, 58), donde estuvo el Banco Exterior, se ubica otra escultura geométrica de acero, del escultor ‘Feliciano’ (Hernández Sánchez).

Muy cerca se encuentra el complejo Cuzco, con los edificios de Luis Gutiérrez Soto –el I y II–, entre otros, en cuya zona ajardinada pueden contemplarse varios estanques y esculturas de corte abstracto, entre ellas un trípode y un paraboloide. Esta última es una obra muy característica del artista Andreu Alfaro −autor de, entre otros, los famosos “arcos” de la avenida de la Ilustración–, una variante de su serie ‘Generatrices’, que subraya la verticalidad del edificio. Siguiendo hacia el Norte, en la esquina de La Castellana con Rosario Pino emerge ‘La broca’, una columna de hierro fundido de color granate y cinco metros de altura, obra de Vicente Larrea para la Caja Laboral-Kutxa.

Ya en la Plaza de Castilla, a medio camino entre Tetuán y Chamartín, destaca el Monumento a Calvo Sotelo, erigido en 1960. El conjunto se debe al arquitecto Manuel Manzano Monís y al gran escultor Carlos Ferreira de la Torre, responsable también de otros muchos trabajos, entre ellos la figura femenina a la entrada del Hospital de La Paz. El monumento muestra al político conservador en piedra y de pie, delante de una pared en forma de quilla, tras la cual aparece otra figura simbólica. La obra, situada antiguamente en el centro de la plaza –donde hoy campea inmóvil la controvertida Columna de Santiago Calatrava– fue reubicada durante los años 90.

Ventilla y Valdeacederas: Serrano, Bordes y Chillida

Hasta aquí la ruta escultórica de la vertiente oriental tetuanera. Al otro lado, el número de obras es sensiblemente menor, no así la relevancia de los artistas, como es el caso de Pablo Serrano. El que fuera vecino del distrito –y al que este homenajeó dando su nombre a una de sus salas de exposiciones– está considerado como uno de los escultores españoles más importantes del siglo XX, y dejó su firma en plena Almenara con un bronce expresionista de San Francisco Javier, junto a la parroquia homónima de Mártires de la Ventilla. En él, el misionero jesuita surge de la materia geometrizada, de forma similar a la obra que Serrano dedicó a Indalecio Prieto en los Nuevos Ministerios.

De Ventilla a Valdeacederas. En la Plaza de la Remonta, en el pasaje de los Maestros Ladrilleros, se encuentra ‘El hombre vitrubiano’, una escultura de Juan Bordes en acero corten, que hace referencia a la proporción humana como medida de la arquitectura. Fue financiada por la Asociación Española de Fabricantes de Ladrillos y Tejas, en el marco del homenaje que tributa la plaza a la arquitectura de ladrillos y a los maestros y albañiles que poblaron el barrio y levantaron sus casas en él.

Hacia el oeste, en el Parque Rodríguez Sahagún, cerca ya de Ofelia Nieto, permanece desde 1995 –no siempre en un estado óptimo– una de las joyas ocultas del distrito: el monumento que Eduardo Chillida dedicó al que fuera alcalde de Madrid, y que da nombre al gran espacio verde de Tetuán. El autor de ‘El Peine del Viento’ ideó para este encuentro del arte con la naturaleza un tronco de acero de tres metros de altura, que se hiende en su tercio superior formando una especie de ramas entrecruzadas, en una “interpretación de la naturaleza arbórea”, según se explica en monumentamadrid.es.

El barrio de Berruguete acoge las tres últimas paradas de este recorrido escultórico por el distrito. Comenzando por la Biblioteca Manuel Vázquez Montalbán, en cuyo jardín se cobija ‘Palabras pétreas’, la obra de la artista Esther Pizarro, con la que el distrito rinde homenaje al que fuera poeta y vecino Leopoldo de Luis, y que en 2013 tuvo que cambiar de ubicación, debido a los continuos desperfectos ocasionados por actos vandálicos. El monumento, “una intervención de tono poético y metafórico”, evoca unos libros de diferentes tamaños y colores entresacados de una estantería.

Sin salir del barrio, en los Jardines de Carlos París se halla una de las últimas incorporaciones al acervo artístico tetuanero, con la escultura en recuerdo de este humanista y filósofo, fallecido en 2014. La obra, una concentración de volutas en acero corten, es un trabajo del burgalés Víctor Manuel Delgado.

Por último, ya en el vértice del distrito, el Hospital de la Cruz Roja San José y Santa Adela (Reina Victoria, 22-24) dispone en su entrada de un conjunto dedicado a Carmen Angoloti, duquesa de la Victoria, y que homenajea también a las enfermeras de la Cruz Roja. En la obra, instalada en 1925 –la más antigua, por tanto, de las citadas en este reportaje–, la que fuera impulsora de la creación de escuelas de enfermeras en España atiende a un soldado herido, y el grupo se remata con las figuras de un oficial de regulares, uno del tercio de Marruecos, un soldado indígena y un legionario, con la que concluye esta inexplorada ruta escultórica por el distrito.

Como colofón cabe esta reflexión de José María Carrascal, vocal de Cultura de la Asociación Vecinal Cuatro Caminos-Tetuán: “Los vecinos conocen poco su barrio desde el punto de vista del arte. Casi nadie se fija en la escultura, ni en la arquitectura, pero hay que salir a la calle a mirar y preguntarse qué es esto o lo otro, porque cuanto más sepan, mejor podrán valorarlo, defenderlo, o cambiarlo”.

 

OTRAS OBRAS APLICADAS Y MURALES DESTACADOS

Esta nómina escultórica puede ampliarse con otras piezas diseminadas por el distrito, entre las que cabe destacar: mural de cerámica en la Plaza de la Remonta (J. M. Sánchez Ríos); mural con estructuras, bajo el puente de Raimundo Fernández Villaverde (Jesús Núñez); ‘Lecheras’ de cerámica, en Francos Rodríguez, 42 (año 1923); Instalación ‘Diafragma’, en el edificio del INE del paseo de la Castellana, 183 (José Mª Cruz Novillo); retablo de hierro ‘Desguaces’, en la Basílica Hispanoamericana de la Merced (Joaquín Rubio Camín); mosaico en el interior de la cúpula de San Francisco de Sales (Santiago Padrós), y placa de bronce en homenaje a Jaime Vera (Bravo Murillo, 162).



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