El Cine Europa cumple 90 años entre la memoria del barrio y el olvido

Obra de Gutiérrez Soto, fue una sala pionera en España

Deslucido y sepultado detrás de una desproporcionada marquesina con el rótulo de una firma de saneamientos, uno de los edificios más conspicuos de Tetuán celebra estos días su 90 aniversario. Se trata del antiguo Cinema Europa, en Bravo Murillo, 160, cuyo proyector se apagó definitivamente en 1988, dejando un reguero de historias y recuerdos en el barrio. Seis décadas antes, el joven arquitecto Luis Gutiérrez Soto –tenía entonces 28 años– se encargaba del proyecto y de la construcción de este inmueble, en cuya fachada figura aún hoy una placa que traza las líneas maestras de su estilo: “Edificio precursor de la tipología de sala americana de cine. Es una de las primeras obras del racionalismo madrileño. Presenta una agresiva fachada aerodinámica y remata la esquina a modo de quilla de barco, muy [re]lacionada con el estilo expresionista berlinés, que implica una clara visión vanguardista en el momento de su construcción (1928)”.


Fue, pues, un edificio pionero en cuanto al estilo y la función −contaba con platea, anfiteatro y palcos–, adelantado incluso al Cine Barceló (1931), otro gran exponente del racionalismo de Soto. Simultáneamente a la construcción del Europa se terminó otro inmueble relevante y anejo al propio cine, el Colegio Jaime Vera –por entonces, Zumalacárregui–, cuyo autor, Antonio Flórez de Urdapilleta, ya había dejado su firma en el Colegio Cervantes, en la Glorieta de Cuatro Caminos.  


El edificio fue construido por la Nueva Sociedad General de Construcciones, que en ese tiempo también llevó a cabo el “rascacielos” de Telefónica en Gran Vía. Constaba el Europa de cinco alturas más sótano, y dos partes diferenciadas, sala de cine y bar, que funcionaban de modo independiente. La entrada del bar estaba situada en la esquina del edificio –la principal en la actualidad– y la segunda y tercera planta estaban destinadas a salón de tertulia y billares, a las que se llegaba por una escalera imperial que, partiendo del vestíbulo, unía todas las plantas. Tres puertas situadas en Bravo Murillo servían de entrada al cine. La fachada, de ladrillo y revocados en colores crema, poseía un “refinadísimo estilo racionalista” influenciado por el alemán Erich Mendelsohn, y en ella un gran ventanal de influencia art decó servía de vano para la entrada de luz.  


Debido a su construcción en esquina, se hubo de crear una nueva calle como vomitorio –el actual pasaje–. El diseño contaba además con una terraza de verano en la azotea, que nunca fue inaugurada, y que terminó trasladándose a un terreno contiguo, también diseñado por Soto, que sirvió como cine de verano –“Los Jardines del Europa”– y que contaba con quiosco y banda de música.


La sala, muy alta y con un patio de butacas con una fuerte pendiente hacia el escenario, poseía un aforo total de 2.258 localidades –el segundo más grande de Madrid, tras el Monumental–. Los grupos de palcos descendían escalonadamente hasta confluir en la embocadura del escenario. En una pequeña habitación en la planta de billares, un proyector “plasmaba sobre un cristal opaco colocado en la gran vidriera de la fachada imágenes publicitarias de los próximos estrenos”, según el blog “Cines de Madrid”.

 

De José Antonio a Largo Caballero

 

El 11 de octubre de 1929 el edificio hacía su puesta de largo con la película de Harold Lloyd “El hermanito”. Como señala el blog, el Europa era “un verdadero casino para los vecinos del barrio, que se alzaba altanero entre las casitas de obreros”. Era, por otro lado, el único que contaba con cuatro taquilleras despachando a la vez.  


Con el tiempo, el cine pasó a ser también sede para la celebración de mítines políticos de cualquier signo, lo que de vez en cuando originaba alguna trifulca en las inmediaciones. Por el Europa pasarían intelectuales como Unamuno, pero sobre todo políticos, como La Pasionaria, Santiago Carrillo, Francisco Largo Caballero o José Antonio Primo de Rivera, que expusieron desde aquel escenario encendidos discursos, que dan cuenta del convulso momento que vivía la República.


Especialmente significativo fue para la Falange, ya que fue éste el escenario de un importante discurso de su líder el 2 de febrero de 1936. Aquel fue el día en que se cantó por primera vez el “Cara al sol”, ante un aforo “completamente lleno” en un acto que se simultaneó con otro en el Cine Padilla, donde comenzó el propio José Antonio, antes de trasladarse a Bravo Murillo: “Si después del escrutinio trataran los enemigos de España de asaltar el poder, Falange, sin fanfarronadas pero sin desmayo, estaría en su puesto, como ayer, como siempre”, clamó desde las tablas.


Poco antes, en 1934, el socialista Francisco Largo Caballero ya había hecho en el Europa un llamamiento a la revolución, y meses antes del inicio de la contienda volvió a insistir sobre el mismo escenario: “La transformación del país no se puede hacer echando simplemente papeletas en las urnas (…) estamos ya hartos de ensayos de democracia; que se implante en el país nuestra democracia”.

 

Checa, fin de la guerra y vuelta al cine

 

Al comienzo de la Guerra Civil, el Cine Europa fue inmediatamente incautado por milicianos anarquistas, y convertido en Ateneo Libertario de Tetuán y cuartel de las milicias confederales. En sus sótanos se instaló una de las checas más temidas de la capital, organizada para controlar la represión contra los sublevados, y a su mando se colocó el pistolero anarquista Felipe Emilio Sandoval Cabrerizo, “el doctor Muñiz”, a quien se atribuye la matanza de la Cárcel Modelo. Curiosamente, uno de los últimos asesinatos de Sandoval fue el del bibliotecario de Chamberí y afiliado a la CNT, Florián Ruiz Egea, acusado de quintacolumnista. En la actualidad, Ruiz Egea da nombre a la Biblioteca Pública ubicada en Raimundo Fernández Villaverde.


Finalizada la guerra, el local fue reformado y regresó el cine. En los años 50, el bar de la esquina se convirtió en los grandes almacenes Europa, uno de los primeros del barrio, se suprimió el salón y los billares y el aforo se redujo ligeramente. También se edificó en el patio del antiguo cine de verano, lo que dejó la calle lateral convertida en un estrecho callejón sin salida.


Pero aún tendrían que llegar nuevas obras, una década después, que borrarían hasta el más mínimo detalle, tapando los huecos del antiguo edificio, incluida la emblemática vidriera, y abriendo otros. El interior también se reconvirtió, instalándose la tienda de regalos Nachus en la esquina y un portal en la fachada de Bravo Murillo por donde se accedía a un hotel residencia.


Finalmente, el 29 de febrero de 1988 –hace ahora 30 años– el Cine Europa ofrecía su último pase. “Al ser un edificio protegido no pudimos convertirlo en multicines ni hacer reformas”, recordaba en 1995 a este periódico su entonces dueño, Mariano Góngora.


Pocos conocen que por aquel tiempo el edificio pudo haberse convertido en un teatro con dueño ilustre. Nada menos que el cantante Raphael estuvo interesado en su adquisición, según dejó caer al ‘ABC’ en enero de 1989: “No diré el nombre porque luego puede que no se haga la compra y quedemos todos en ridículo”, explicaba, antes de dar la pista definitiva: “Los tiros, para que se hagan una idea, van por mi antiguo barrio, en el que jugaba cuando era pequeño”, decía el recientemente nombrado Hijo Adoptivo de Madrid. No obstante, y pese a que el cantante tenía diseñado ya el avance de la temporada de “su” teatro, el diario preguntó al entonces dueño, que aclaró que lo que allí se construiría sería “un edificio de pisos”. Esa parece que era, al menos, la intención de la propiedad, que durante largo tiempo debatió con la Administración sobre cómo sortear el blindaje del inmueble.

 

Última reforma y olvido

 

El grado de protección integral de que goza el edificio impidió finalmente que el antiguo cine fuera convertido en viviendas, si bien transcurrieron varios años de tiras y aflojas, que trajeron como consecuencia el abandono del inmueble. En enero de 1993 los bomberos acudían a retirar las placas metálicas y derribar parte de la marquesina, debido “al mal estado en que se encontraba y el peligro que conllevaba para los transeúntes”. Unos días antes había ocurrido la tragedia del Cine Bilbao, en la que murieron seis personas tras el desprendimiento de la marquesina.


Después de más de 60 años funcionando como cine, y poco más de dos como hotel, a finales de 1995 lo compra la empresa Pereda, su actual propietaria, que anuncia una reforma para reconvertirlo en una tienda con cerca de 5.000 metros cuadrados de exposición y venta de material de saneamiento de baño. El arquitecto del proyecto, Vicente Molina, aseguró entonces que el edificio conservaría su espacio interior “intacto, manteniendo las plataformas y patio de butacas y la escalera, de tipo imperial, que comunica las tres plantas del local”.


Además, se rehabilitó la fachada original, recuperando las grandes vidrieras cerradas cuando el inmueble se destinó a hotel. La idea era que la luz fuera “una de las características principales del edificio”, señalaba, si bien basta con visitar hoy su interior para comprobar que los resultados dejan bastante que desear.


La tienda abrió en septiembre de 1997, tras una compleja y larga reforma que sirvió para recuperar gran parte de su icónica portada. No obstante, “perdió definitivamente el interior con una transformación comercial totalmente ajena e inadecuada”, como señala la guía “Arquitectura de Madrid”. Otras evidencias, como la instalación del exagerado rótulo de la fachada o el evidente desapego de la propiedad hacia el valor arquitectónico de uno de los inmuebles más relevantes del distrito, dejan al histórico Cine Europa a la sombra del esplendor que un día tuvo. Un testigo y protagonista de la memoria cultural, política y social de los últimos 90 años del barrio. [Actualización 10/04/21: La nueva fachada del Cine Europa recuperará el diseño de Gutiérrez Soto]

 

David Álvarez de la Morena



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