EL REVERSO: Romance de Rubalcaba

Alfredo Pérez Rubalcaba deja la secretaría general del PSOE tras el fiasco de las elecciones europeas, y Oshidori le despide casi con mejores formas que algunos compañeros de partido. Qué cosas.


Ya te marchas, Rubalcaba,
ya se va el gran muñidor
después de que a Valenciano
le dieran un revolcón
–si doña Elena consiente
que use tal expresión,
pues se me ocurre meneo
y suena casi peor–.

Te ha pillado ya cansado
la nueva revolución
que trae coleta y consigna
y espacio en televisión,
y que ilusiona a los parias
aunque huela algo a alcanfor,
a bolivarismo patrio
jaleado en Mediapro.
Tú no fuiste de tertulias
sino de, tras el telón,
manejar las marionetas
que animaban la función.
¡Le va a decir ese Pablo
si «podemos» o si no
a quien hizo presidente
a un Zetapé remendón!

Pero ya te da pereza,
ya te coge algo mayor
y te han rodeado las hienas
igual que en El Rey León
al comprender que al factótum
se le ha atascado el yo-yo.
El trujimán de las urnas,
el Fouché, el conseguidor
se ha quedado sin salidas
y acuden hacia el olor
de esa rosa chuchurrida
y en semiputrefacción
los Madinas, las Susanas
y también Carmen Chacón,
y hasta se presta al rescate
la cándida Talegón,
la que pensó que Tejero
era un metódico actor
en aquel 23-F
que un día Garci rodó.

Te vas tocando la cítara
como ya hiciera Nerón
cuando Roma se incendiaba
y en Ferraz comienza el show
de abrazos y cuchilladas
por elegir sucesor.
Vete, Alfredo, en buena hora
a descansar a un sillón:
veremos si en Telefónica,
en Iberdrola o Repsol.

Oshidori


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