Un día, de pronto, tras 30 años de apacible matrimonio sin sobresaltos, el esposo de Mia le pide una pausa. Una petición inesperada, que quiere decir en realidad que tiene una aventura con una mujer más joven (“la pausa era francesa y tenía un pelo castaño lacio y brillante”). Mia se vuelve loca, tiene un trastorno psicótico transitorio, la ingresan en una clínica y, cuando le dan el alta, decide viajar a la ciudad de su infancia, en la que pasará un verano inolvidable, un verano sin hombres, en compañía de su madre, sus ancianas amigas, que forman un curioso grupo en una residencia, y nueve chicas adolescentes, a las que les da un taller de poesía.
Un argumento tan sencillo sirve para que Hustvedt nos cuente cómo fue aquel verano, con mucho sentido del humor, ironía y la más fina inteligencia, que le sirve para todo tipo de análisis psicológicos y emocionales. El resultado es una comedia encantadora, emotiva y profunda, ligera, pero con mucha más miga de lo que parece y un suave feminismo que explota a fondo la idea de que, obviamente, hay vida más allá de los hombres.
El estilo es muy estadounidense, la autora va directa al grano, sin rodeos, pero con elegancia. El texto está organizado en párrafos, sin capítulos, y está amenizado por pequeñas viñetas y unos cuantos poemas, propios y ajenos. El desarrollo del entramado de relaciones que se establece da lugar a tratar varios temas: la relación con la madre, el acoso escolar, el ostracismo como castigo entre chimpancés y en algunas culturas, hasta qué punto conocemos a los otros, los problemas de la adolescencia, el acoso en las redes sociales, el gran descubrimiento de Colón, que no fue América, sino el clítoris, los güevedoce y muchas otras cosas.
Una novela brillante, deslumbrante, que sirve en realidad para que esta mujer nos muestre su mundo y sus preocupaciones, con inteligencia y sensibilidad. Parece un libro basado en su biografía, ya que Hustvedt sufrió acoso escolar y algún que otro abandono. Ella misma ha dicho que: “Mis libros no son autobiográficos, pero son emocionalmente ciertos”.
Una novela feroz y traviesa, penetrante y delicada, inteligente y auténtica, lírica y algo peleona, tierna, dura y también hipersensible. Una maravilla de libro, que no dejará a nadie indiferente y que me ha encantado. Recomendable para todo tipo de lectores. Porque todavía queda verano.
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