“Pinto lo que vivo y donde vivo”

Ángel Martín ama el color y el trabajo de “mesa camilla”

Se considera un pintor de “mesa camilla”, y “con brasero”, tomando la definición del disco de Chico Ocaña (Canciones de mesa camilla), el que fuera líder de Mártires del Compás. En su casa-taller, donde almacena unas 150 obras, a veces resuenan las letras del poeta de lo cotidiano, pero otras son los maestros clásicos quienes inspiran su creación.  
Ángel Martín, salmantino de 56 años que lleva 25 viviendo en Tetuán, ha expuesto durante todo el mes de noviembre en la asociación de vecinos Almenara de La Ventilla. Pinta por afición, y su aprendizaje autodidacta se ha valido de la curiosidad y de los libros. “Pintar es mi pasión”, reconoce, y el color lo que le obsesiona: “Como no tengo formación académica, el dibujo me queda muy lejos”, lo que le lleva a preferir el abstracto.
El método es muy sencillo: “El propio cuadro, al mancharlo, te va pidiendo lo que hace falta. El color pesa, así que yo trato de equilibrarlo”, explica. Siempre tiene empezados seis o siete lienzos, y cuando se cansa de uno, se pone con otro.
“Pinto lo que vivo y donde vivo”, sostiene, y de hecho tiene un cuadro de una casa en el paseo de la Dirección donde vivió, pintado desde la de enfrente, adonde se mudó más tarde. En otro retrata la forma de vida actual, marcada por las prisas, se simboliza en unos viajeros de metro que como seres autómatas avanzan por la línea 7, la suya. El consumismo, la guerra…, aunque no se define así, tiene algo de pintor social, porque sus cuadros denuncian los males de nuestro tiempo.
Para Ángel Martín el arte “es un poco el alma del que lo hace”, y sobre su función opina, citando una frase recogida en su obra, que “sirve para suavizar la ferocidad de los burgueses”.

Cristina Sánchez


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