Las sillas y mesas del Colegio Felipe II viajan 4.500 kilómetros por un fin solidario

El colegio público de La Ventilla donó mobiliario escolar al proyecto Coráfrica, en Guinea Ecuatorial


Hace unos días los alumnos del centro educativo Coráfrica, en Guinea Ecuatorial, recibían un contenedor hasta los topes de mobiliario y material escolar procedente de diversos colegios madrileños, que habían colaborado en la iniciativa impulsada por la oenegé Estamos por ti. Uno de ellos fue el Colegio Público Felipe II, ubicado en la avenida de Asturias, 70, que ha colaborado donando sillas y mesas escolares de distintos tamaños, para Infantil y los primeros y últimos cursos de Primaria, pero también con pizarras, tumbonas para siestas de bebés o mesas de comedor, entre otros útiles.

“Al recibir la dotación nueva de mobiliario, la costumbre era guardar lo usado en el gimnasio”, explica Juan Miguel Antoranz, director desde el pasado julio de este centro educativo, que nada más aterrizar optó por “desalojar el gimnasio, que es un aula y no un trastero”.

En principio, la idea fue que el Ayuntamiento retirase el material, “aunque no nos apetecía que todo acabase en un Punto Limpio, puesto que podía tener una segunda vida. Así que el equipo directivo lo hablamos, la jefa de estudios contactó con Coráfrica, y fue visto y no visto. A los pocos días mandaron un camión, cargaron todo y después lo metieron en el contenedor que lo trasladaría hasta Guinea Ecuatorial”, explica el director de este centro, que por primera vez participa en una iniciativa similar y que no descarta repetir.

El mobiliario salió del colegio el 8 de noviembre, y a mediados de diciembre aterrizaba en Bata, la ciudad más poblada de Guinea, después de recorrer más de 4.500 kilómetros. El destino final eran las aulas de Coráfrica, el primer centro de enseñanza impulsado por la oenegé Estamos por ti, situado en el barrio de Nkuantoma. Coráfrica recibe una media de 450 alumnos al año en los tres niveles de Educación Primaria y el segundo de Infantil.

“Nuestro colegio es un centro con una población escolar vulnerable, pero siempre hay quienes están peor”, comenta Antoranz. “Por eso nos pareció bonito que las mesas utilizadas por nuestros alumnos sirviesen para otros niños aún más desfavorecidos que ellos”, concluye.  

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