Lo publicamos en enero de 2006, hace ahora 13 años, bajo el título: “La niña de Tetuán que soñó una playa en el Manzanares”. A Sara Rojo Manotas le gustaba mucho el mar, y pensó que sería estupendo que el río madrileño pudiera convertirse en una playa “para que los que no pueden irse de vacaciones a ella, se queden en el río”. Sara tenía entonces ocho años, estudiaba en el Colegio San José, en Marqués de Viana –su abuelo regentaba una peluquería muy conocida en el barrio– y acababa de ganar el concurso de ideas “MadridRío”, organizado por el Ayuntamiento de Madrid.
Al certamen se habían presentado más de 5.000 trabajos, pero su “playita de Madrid” le pareció al jurado la mejor ocurrencia en la categoría de Primaria A.
Seis años después, en 2011, esa “playa” para la capital se convertiría en realidad en el Parque de Arganzuela, con la inauguración del “gran corredor medioambiental” de “Madrid Río”: 3.500 hectáreas desde El Pardo a Getafe por donde antes pasaban siete carriles de la M-30, hoy soterrados.
Aquella idea le valió a la pequeña Sara para ganar un diploma y una cámara digital… y al resto de madrileños para poder veranear a orillas del Manzanares, en una estupenda “costa” de 300 metros con arena, hamacas y tres espacios acuáticos que simulan un “mar en calma”. El germen de todo ello había brotado antes de la imaginación de una niña de Tetuán.
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