La historia del derrumbe de Mariano Fernández, 6 contada en primera persona

Los afectados denuncian la falta de atención y la mala gestión de la Junta y el Ayuntamiento en todo el proceso

Mes y medio después del siniestro (acaecido la noche del 21 de enero), y tras la inclusión del tema  –por parte del Grupo Municipal Socialista– como uno de los puntos más importantes del último Pleno del distrito, celebrado el pasado mes, además de haberse llevado al del Ayuntamiento de Madrid, el día 25 de febrero, el derrumbe del edificio del número 6 de la calle de Mariano Fernández sigue dando de qué hablar.


“Tetuán 30 días” ha mantenido una reunión con varios de los afectados por el desastre, para conocer desde su experiencia cómo se está desarrollando el proceso de realojo y de atención de sus necesidades por parte de los órganos competentes, ya que cada familia y cada edificio dañado supone un caso distinto a los demás. Si hay algo que les une a todos es que es un hecho que “nos ha cambiado la vida”, aluden. Ésta es la historia de un trágico acontecimiento relatado, paso por paso, por sus protagonistas.


LOS ANTECEDENTES

Representados en nuestra cita los números 6, 8 y 4 de Mariano Fernández, los afectados coinciden, abordando las posibles causas del derrumbe, en que “todo se ha ocasionado por las obras que se estaban realizando en el número 6 duplicado, que consistían en la construcción de viviendas de 4 alturas, baja, primera, segunda y ático y 3 plantas sótano para garaje  -para estas últimas han tenido que excavar muchísimo.


 “Las máquinas hacían un ruido fuera de lo normal. En ocasiones se movían las baldosas del suelo; llegamos a pronunciar incluso, ironías de la vida, que algún día nos iban a tirar la casa del estruendo que producían las obras. Una vez retirados los escombros, se veía perfectamente que estaban dañando nuestro edificio, que hasta entonces estaba en perfecto estado, y que recordemos también había pasado la Inspección Técnica de Edificios, en 2003”, explica Mª Ángeles Méndez, vecina del número 6, sobre la situación vivida antes del 21 de enero.


“Por todo lo expuesto, consideramos un grave atropello que la empresa constructora esté realizando una obra de tal magnitud en un lugar con las características arquitectónicas que hemos mencionado, pero más aún que la Junta de Distrito de Tetuán aprobara en su día la licencia necesaria cuando no se contemplaban las medidas pertinentes de sujeción de los edificios colindantes. Ahí se ha hecho algo que no se ha vigilado consecuentemente, y es a la Junta Municipal a quien pedimos las responsabilidades de lo sucedido”, resumen los presentes.


EL DERRUMBE Y LAS PERTENENCIAS

“Mi marido llegó de trabajar sobre las 7 de la tarde, y yo estaba en la salita de mi casa –la que quedó al descubierto, reproducida en todas las fotografías-, ayudando a mis dos hijos con los deberes. A él le parecía oír un ruido extraño, como un crujido, pero nosotros tres no llegábamos a escucharlo y le restamos importancia. Pasado un rato, y en vista de que no cesaba, mi marido se preocupó un poco, cuando se dio cuenta de que había una grieta que crecía en el techo de la sala. Salió de casa para subir a preguntar a los vecinos, y entonces descubrió otra grieta, ésta de un dedo de grosor, en el descansillo. Fue en ese momento cuando nos dijo que teníamos que irnos de allí, y rápidamente dio la voz de alarma al resto de familias. Yo apagué el gas y cerré la puerta con llave -que aún conservo-, pensando que regresaría en un rato…”, recuerda Mª Isabel Sánchez-Casas.


“El fin de semana tras el derrumbe, nos permitieron entrar en nuestras casas por un par de minutos, y a las dos semanas durante 10, y siempre vigilados por policías. La noche del siniestro, salimos de nuestras casas con lo puesto, y no han tenido la consideración de concedernos un tiempo prudencial para coger parte de nuestras pertenencias (no teníamos nada: ropa, medicinas, abrigo, documentación, recuerdos). La entrada iba a cuenta gotas: hoy 10 minutos, la semana que viene otro tanto... Encima nos avisaban de un día para otro, sin tener en cuenta nuestra disponibilidad. Y una semana pase, pero hemos tenido que estar hasta un mes prescindiendo de nuestros enseres y objetos personales… La falta de coordinación entre Policía y Ayuntamiento a este respecto ha sido absoluta. Unos le pasaban la bola a otros”, revela molesto César Culebras.


“De entre los escombros, no buscábamos recuperar cosas de valor económico, sino sentimental: fotografías, recuerdos que mis hijos me trajeron de sus viajes de estudios... Los niños añoran sus juguetes, sus libros, sus cosas. Dicen resultarle que ahora no tienen vida pasada, que todo se fue con el derrumbe… Yo todavía no me siento capaz de ver las fotografías que tengo en el móvil de mi familia en mi casa”. El impacto de la experiencia vivida, y el dolor que deja tras de sí, han marcado a estas personas por mucho tiempo. Como Mª Isabel Sánchez-Casas, Mª Ángeles Méndez (ambas del número 6), quien no se atreve a pasar junto al solar vacío, “sólo buscaba mi traje de novia. Y lo encontré, dentro de su caja, intacto”.


EL REALOJO

“En principio nos iban a realojar en el hotel dos semanas, la primera a cargo del Samur Social, y la segunda del Ayuntamiento, pero tras nuestras quejas, finalmente estuvimos hasta el día 8 de febrero. La Junta se entrevistó por separado con las familias para sopesar cada caso en cuanto al derecho a una vivienda de la EMV. En el nuestro, nos comunicaron que no nos correspondía por superar en cinco puntos el nivel de renta exigido (7.500 euros anuales) y por estar en posesión de dos viviendas, una, la que se ha caído, y la otra, en Toledo, a 120 kilómetros de Madrid… Todos hemos tenido que alojarnos en casa de familiares, y no hay derecho: ¿qué pasa si alguien no tiene a ningún conocido cerca, o si su familia vive en otra región, como un vecino, que ha tenido que irse a Badajoz, donde un amigo le prestaba una habitación…? Nosotros hemos estado en un apartamento después del hotel, y a principios de este mes hemos empezado a vivir en un piso que hemos tenido que alquilar. ¡Para que luego diga la concejal-presidenta en el Pleno que “no piensen en enriquecerse con todo esto”!”, comenta irritada Mª Ángeles Méndez.


Según los presentes en esta reunión, aunque la Junta de Tetuán aseguró intentar ofrecerles viviendas lo más próximo a sus antiguos hogares, a algunos “han querido mandarles alejados de su barrio –cuando los psicólogos, que estamos pagando nosotros, insisten en que no alejemos a nuestros hijos de sus barrios, que conserven sus colegios y amistades-; a otros, a pisos de 60 metros cuadrados sin calefacción ni cocina; a familias con hijos, a estudios sin amueblar o a casas con humedad…”.


Mientras, los residentes en el número 8 continúan desalojados, “aunque suponemos que a principios de marzo nos darán el acta de suspensión del desalojo. Pero no nos vale con esto, exigimos una certificación de que el edificio está en las condiciones de seguridad necesarias como para entrar a vivir en él. Al hacer el pilotaje del nuevo edificio sin asegurar los parámetros verticales de las casas colindantes, se han abierto grietas de grandes dimensiones, desplazándose los muros y rebajándose el nivel. Ahora se ven los apeos y las grietas. Y después de lo que ha ocurrido, no nos sentimos seguros”, detalla César Culebras.


ATENCIÓN PSICOLÓGICA

“El domingo 24 de enero en el hotel, y durante dos horas, un psicólogo nos iba preguntando a cada uno (afectados de entre 13 y 47 años de edad) cómo habíamos vivido el siniestro, para acabar diciéndonos que era normal que estuviéramos mal”, ésa ha sido toda la atención psicológica que hemos recibido. Y los niños estuvieron con un terapeuta porque lo pedimos las madres: el lunes tenían que ir a clase, y no sabíamos cómo iban a afrontarlo. Ellos lo están pasando muy mal, y no se han ocupado de atenderlos debidamente. En el colegio de los Salesianos, en cambio, profesores, padres y madres y compañeros han hecho una colecta para comprarles material escolar y ropa, algo por lo que les estamos profundamente agradecidos. Ellos sí han estado ahí en todo momento para apoyarnos”, argumenta Mª Isabel Sánchez-Casas.

EXIGENCIAS DE LOS AFECTADOS

“Ahora tenemos que afrontar los gastos del nuevo alquiler y mobiliario; de los abogados, para que se puedan demostrar los daños producidos por la constructora; de los bomberos, ¡incluso nos quieren hacer pagar los gastos de demolición y desescombro del edificio”, alegan, indignados, los vecinos del número 6.
El número 8, por su parte, manifiesta en voz de César Culebras que “En nuestro caso exigimos que los organismos competentes se hagan cargo de todos los gastos ocasionados tras el derrumbe; que se nos facilite un dictamen, como en su día dijo D. Manuel Cobo Vega, Vicealcalde de Madrid, “con las causas y los causantes”, porque después de un mes y medio no sabemos nada y todavía no hemos podido volver a nuestras casas. Y como ya expusimos anteriormente, que además del acta de suspensión del desalojo, se nos dé un certificado de habitabilidad del edificio”.


En el número 4, cuyos integrantes insisten en ser conscientes de que la gravedad de los números 6 y 8 es sobremanera superior a la suya, “sin embargo, no por ello dejamos de ser afectados. Sin comerlo ni beberlo, nos ha cambiado la vida. Denunciamos la sensación de falta de información que desde un primer momento tenemos los de nuestro edificio: la confusión ha sido una constante en nuestra finca. No hemos sido nunca invitados a ninguna reunión. Siempre nos hemos autoinvitado. Nuestro edificio sigue en pie pero ha sido afectado. De hecho, tambien hemos estado desalojados, nos pusieron testigos (uno se ha abierto) y despues han seguido saliendo fisuras.  ¿Porqué no nos tratan como afectados? ¿Por qué no nos informan? ”.


“Nuestro edificio está construido entre 1958 y 1959, y tiene la última ITE favorable. Tanto la comunidad como cada uno de los propietarios hemos pedido el informe final de habitabilidad tras el derrumbe. Todavía no lo hemos recibido. En mi caso particular, no hemos vuelto aún a la vivienda, a la espera del informe de habitabilidad solicitado y recuperar un poco la normalidad”, expresa con indignación Montserrat Castellanos.


Falta de información, atención y preocupación por parte de la Junta Municipal y del Ayuntamiento de Madrid, organismos a los que acusan de “intentar separarnos a sabiendas de que la unión hace la fuerza”. Pero, según nos dicen, ahora más que nunca van a estar unidos para luchar por lo que es justo, con uñas y dientes.

Cristina Sánchez


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