EDITORIAL: “Pijos” en Azca y un ladrillo en Topete

Hoy debemos dar una noticia ingrata a los guardianes de las esencias humildes y proletarias de Tetuán: Azca, el todopoderoso corazón financiero madrileño, las primeras puntas del skyline capitalino, la atalaya de Amancio Ortega y el cofre de El Corte Inglés, el office de Amazon y el cuarto de juegos de Google, pertenece al barrio. Exactamente igual que La Ventilla o que la Plaza de las Palomas. Esto, que no tiene más importancia –también hay descastados en la privilegiada manzana que quisieran ser chamartineros–, se vuelve más inquietante cuando son las propias instituciones quienes lo olvidan.


Así la actual Junta Municipal, que al llegar al gobierno se encontró con un Plan Director para la zona ya trazado, pero que no le entusiasmaba lo más mínimo, y para cuyo desarrollo debía contar con la colaboración privada como vertebradora de dicha transformación.


Pero los jardines y las plazas de Azca son una joya enajenada a Tetuán, desde hace décadas por incompetencia y dejadez y, desde hace dos años, por ideología. Porque no se explica de otro modo la grotesca eliminación de MadrEAT, la exitosa feria de streetfood que un fin de semana al mes hacía revivir aquel desértico espacio. Con sus errores, pero siendo una oportunidad de ocio como no había tenido Azca en toda su historia, según los propios comerciantes de la manzana. Porque si se trataba de canalizar el evento hacia un concurso público –una medida nada desdeñable de por sí– debiera simplemente haberse ido allanando ese camino antes de dar el portazo. Y el consiguiente espectáculo. Pero si lo definitivo eran los ruidos –una cifra mínima de denuncias–, o el abuso privado del espacio público, quizá debiera la Junta haber atendido antes conflictos más enquistados, como por ejemplo la chatarrería de Marqués de Viana, o los numerosos locales de ocio –y botellones aledaños– que cada fin de semana hartan a los vecinos de casi todos los barrios de Tetuán.


¿O no les parece sorprendente ese celo por “el aprovechamiento lucrativo de un espacio público” cuando, tras dos años en el Gobierno, las propuestas municipales de dinamización en esa zona han sido inexistentes? Y si MadrEAT “sobreocupaba” Azca 12 fines de semana al año, ¿por qué no se hizo nada durante los restantes 40?


Pero además de por esto, el foco mediático volvió a alumbrar una parte de Tetuán el pasado mayo. Otra vez Bellas Vistas, donde un reportero de un programa de Telecinco acudió a realizar un reportaje-denuncia sobre la inseguridad del denominado “pequeño Caribe”, y salió esquivando un ladrillo lanzado por un energúmeno con más verdad en la boca que en sus manos. Decía el agresor que por qué el reportero no se había acercado 24 horas antes, cuando se celebraban las Fiestas de Bellas Vistas, con centenares de vecinos disfrutando de lo que sin duda fue un paso alentador para la integración del barrio. Un paso que, no obstante, de nada servirá mientras no se garantice la seguridad y la tranquilidad de todos los vecinos, pero que fue motivo de júbilo para esas calles. Lástima que ese día la redacción de Ana Rosa no estaba disponible. Tampoco lo estuvo representación institucional alguna.


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