EDITORIAL: La convivencia bien merece un esfuerzo

Proyectos como "La Arruga es Bella" posibilitan un acercamiento entre mayores y jóvenes

Vivimos en una época dominada por la falta de comunicación interpersonal, muchas veces favorecida por el uso masivo de las nuevas tecnologías, que han permitido ganar en rapidez y en llegar a casi cualquier rincón del mundo, pero que también limitan las conversaciones cara a cara entre las personas e impiden ver los gestos, las miradas, el tono de voz…

 

Estos novedosos canales de comunicación, léase Internet, correo electrónico, WhatsApp, redes sociales… agrandan hoy las diferencias generacionales entre jóvenes y mayores; los primeros no pueden pasar sin sus tablets, smartphones, LinkedIn o Facebook, mientras que los segundos siguen comprando periódicos y leyendo novelas en formato papel.

 

Por eso, aplaudimos las iniciativas llevadas a cabo en Tetuán, promovidas con el fin de posibilitar un acercamiento entre ambas generaciones. Una de ellas se trata del proyecto denominado “La Arruga es Bella”, impulsado por los alumnos del Instituto Nuestra Señora de la Almudena y los mayores del Centro Municipal La Remonta: talleres, exposiciones, mesas redondas, proyección de películas… permitirán que ambos colectivos se conozcan más en profundidad y aprendan unos de otros.

 

Asimismo, y gracias a una idea que nació en el Consejo Territorial de Tetuán y que ha sido impulsada desde la Junta Municipal para conmemorar el Año Europeo del Envejecimiento Activo y la Solidaridad Intergeneracional, se ha celebrado el I Torneo de Billar, en el que han competido 14 parejas mixtas, cada una de ellas integrada por una persona joven y otra mayor, quienes han hecho alarde de un espíritu de convivencia y camaradería, tan necesarios en nuestros días.

 

Dos ejemplos que sirven para reafirmar que es posible el entendimiento pese a las diferencias de edad, de experiencia y de las distintas maneras de ver el mundo. Ojalá sirvan y sienten un precedente para que también se alcance la convivencia no solo entre generaciones, sino entre culturas; en Tetuán, uno de los distritos de Madrid con mayor número de población inmigrante, hay zonas en las que esos problemas de convivencia están generando conflictos que no se logran atajar con el tiempo.

 

En este sentido, el que más años lleva originando quejas es el que se vive cada día –y cada noche− en las calles de Almansa, Topete, Carnicer… donde los vecinos que llevan mucho tiempo allí residiendo y los inmigrantes que se han ido estableciendo en esa zona no han logrado entenderse todavía y la palabra convivencia está muy lejos de llegar a ser una realidad.

 

Algo parecido está ocurriendo con los asentamientos ilegales de personas de etnia gitana en el Parque de Los Pinos, cuyas formas de vida están alterando las de los vecinos de la zona, quienes están manifestando sus quejas por las molestias que les ocasionan.

Ambas problemáticas no parecen tener una sencilla solución, puesto que la frase de “allí donde fueres, haz lo que vieres” carece de sentido en estos casos; no obstante, y por el bien de la convivencia, cualquier esfuerzo que se realice merecerá la pena, al menos el intento: no dejemos que la falta de diálogo y de comunicación provoquen un distanciamiento irreversible, ni entre generaciones, ni entre culturas.


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