Esculturas de Tetuán (XIII)
Arte cinético en la Torre Europa: el árbol metálico de Rickey
Tetuán 30 días, 3 de julio de 2025
En la entrada de la Torre Europa, el segundo edificio más alto de AZCA –120 metros de altura–, diseñado por el arquitecto Miguel de Oriol e Ybarra, en el paseo de la Castellana, 95, se encuentra una escultura móvil metálica con forma de árbol con ramas, que surge de una lámina de agua, obra del escultor estadounidense George Rickey, conocido por sus abstracciones geométricas diseñadas para moverse.
El edificio, que originalmente recibió el nombre de Torre de Empsa, se construyó entre 1974 y 1985, aunque fue remodelado posteriormente, entre 2016 y 2018, y fue en ese momento en el que se colocó la escultura de Rickey.
El estadounidense George Rickey (Indiana, 1907 - Minnesota, 2002) fue hijo de un ingeniero y nieto de un relojero, por lo que muy pronto exploró en el campo de la ingeniería. Posteriormente, se dedicó al estudio del arte y a la pintura. Ambas disciplinas las fusionó después, cuando emprendió la construcción de su legado como escultor cinético. El escultor emplea formas geométricas simples, diseñadas de manera elegante para que sean móviles por las corrientes del viento. Una escultura móvil en el arte cinético significa que las estructuras producen un movimiento real y constante, lo que deriva en formas que mutan a cada instante. Esta característica ha llevado a algunos a definirlas como obras “heraclitianas”, aludiendo a la famosa afirmación del filósofo Heráclito de Éfeso, que postulaba que es imposible bañarse dos veces en el mismo río.
George Rickey pasó más de cinco décadas dedicado a la creación de esculturas poéticas y calibradas con precisión, a las que se refería como sus "máquinas inútiles". De todas las fuerzas naturales, fue el movimiento del viento lo que más cautivó la imaginación de Rickey. En una ocasión escribió: "Al artista no le esperan, como tema, los árboles, ni las flores, ni el paisaje, sino el ondear de las ramas y el temblor de los tallos, el amontonarse o desvanecerse de las nubes, el levantarse y ponerse, y el crecer y menguar de los cuerpos celestes".
El autor empezó a dedicarse a la investigación del movimiento en la escultura, produciendo obras dinámicas, utilizando formas geométricas simples, como líneas, cuadrados, rectángulos, círculos…, en las que se demuestra su prodigiosa comprensión de la ingeniería y la mecánica. Aunque las obras colaboran con entusiasmo con la interferencia de las corrientes de viento en su entorno, la velocidad de sus movimientos aleatorios está atemperada por el espaciado simple y la disposición fija de los elementos. La relación entre las partes sigue siendo la misma, pero la danza cambia constantemente. Es esta tensión la que define las esculturas de Rickey: "Creo que es importante hacer arte por el que haya que esperar", dijo el artista. De este modo, las obras pueden oscilar con gracia a través de un número infinito de iteraciones compositivas, en las que intervienen todos los aspectos del mundo natural que las rodea: el viento, la luz, la lluvia, la niebla…
La obra de George Rickey forma parte de las colecciones permanentes de más de 150 museos de todo el mundo.
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