Desde hace un año cerca de mil empleados trabajan en la nueva sede de Metro de Madrid, situada en la avenida de Asturias, en el primer edificio de los cuatro proyectados para el futuro Centro Integral del Transporte, que se levantará en las antiguas cocheras de Plaza de Castilla, en la manzana que rodea la citada avenida con las calles de Magnolias, San Benito y San Aquilino.
El mismo año que los vecinos de los alrededores llevan soportando un inconveniente imprevisto, que no es otro que el aparcamiento de unas 200 plazas en superficie para los empleados del suburbano, con entrada por Magnolias y que no figuraba en el proyecto, mientras se aprueban las siguientes fases de la actuación, de las que nada se sabe aún.
Uno de esos vecinos, residente en la aledaña calle de Emilia, nos ha escrito una queja por este “parking exterior situado a menos de cinco metros de nuestras casas, con todo lo que ello supone de contaminación diaria y ruido para los vecinos, desde las 6:30 am, cuando en el proyecto señalaba que el parking sería subterráneo”.
Un “perjuicio diario para la salud” de quienes viven al lado, causado por un edificio sostenible y uno de cuyos objetivos era “la regeneración urbana” pero que, de momento, solo ha traído quebraderos de cabeza para el vecindario.
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