El pasado 12 de septiembre, la célebre marisquería Portobello se despedía de sus clientes y amigos tras cuatro décadas, con un mensaje en su perfil de Facebook: “Adiós con el corazón. Ha sido un placer enorme compartir con vosotros todos estos años. Muchísimas gracias”.
Con esta despedida y un cartel de “se traspasa” finalizaba la andadura de un negocio que, con dos locales situados en Rosario Pino, 18 y Capitán Haya –con vuelta a José Castán Tobeñas–, se había convertido en un “clásico” del barrio y una de las marisquerías más famosas de la capital, además de punto de encuentro de ejecutivos, políticos, abogados y algún que otro personaje popular.
Detrás de Portobello ha estado todo este tiempo la mano de su fundador, Juan Antonio Prieto, un leonés que llegó a Madrid con 12 años, donde comenzó a trabajar con el pescado, y que a los 22 abrió su primera marisquería en Capitán Haya. Era el año 1978 y los inicios no fueron sencillos: de hecho, la calle aún no tenía salida a Bravo Murillo, sino que terminaba en un terraplén, en los terrenos donde poco después se levantaría el polideportivo Triángulo de Oro.
No obstante, el negocio funcionó y a los cuatro años abriría un nuevo local en Rosario Pino, donde los últimos 41 años ha estado ofreciendo la mejor selección de mariscos y pescados, pero también algo más: “Comer aquí es combinar los placeres de la mesa con las relaciones públicas”, llegaría a decir el fundador en una web gastronómica.
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