De las bibliotecas circulantes a eBiblio: propuestas para empezar a leer


La llegada de mayo significa para muchos lectores la oportunidad de estimular su apetito literario con diferentes actividades programadas durante el mes, entre ellas las diferentes ferias del libro que se celebran por toda España y que fijan el espacio de encuentro entre la comunidad lectora y sus autores favoritos.

La Feria del Libro de Madrid celebra su 84ª edición a finales de mayo en el Parque de El Retiro y, un año más, servirá como un acontecimiento de primer nivel para dar a conocer los últimos lanzamientos de las firmas ya consolidadas, reivindicar obras clásicas que gozan de plena vigencia en el tiempo presente, ver con qué se arriesgan los autores revelación y, como viene siendo habitual cada año, observar el poder de convocatoria de los más vendidos, a través de las largas colas que provocan sus devotos lectores, aguardando la firma que añada valor al libro cuyas páginas les han regalado incontables horas de disfrute.
Pero, ¿cómo se llega a ser un “lector habitual"? ¿Por dónde empezaría aquel que apenas ha cogido un libro en meses, tal vez en años? ¿Es tarde para empezar a conformar un hábito de lectura? ¿Qué iniciativas accesibles se pueden encontrar en Madrid para iniciar una fructífera relación con los libros? A continuación, presentamos una serie de iniciativas literarias que pueden ayudar a dar el primer paso, en un camino que, una vez que se inicia, no tiene vuelta atrás.

Bibliotecas circulantes

“Estos libros que son de todos, a la custodia de todos se confían”. Era la premisa grabada en la biblioteca circulante del Parque de El Retiro de Madrid. El espíritu de este servicio municipal con más de un siglo de historia tenía como objetivo acercar los libros a los madrileños, buscando alentar un proceso de alfabetización dirigido a gran parte de la sociedad que apenas tenía contacto con la literatura (especialmente mujeres o habitantes de las zonas rurales). Adultos y niños forjaron una relación con los libros a través de estos armarios con anaqueles levantados en ladrillo, de aire modernista, ubicados en los parques de la ciudad, en un entorno agradable, donde el público se acercaba a conocer las grandes obras de las letras españolas y del extranjero.

El Servicio de Bibliotecas Circulantes y de Parques fue ideado a comienzos de los años 20 del siglo pasado por el concejal del Ayuntamiento Ángel Ossorio y bajo la dirección del bibliotecario Víctor Espinós. La iniciativa preveía la instalación de varios de estos “quioscos” dispuestos en varios parques de Madrid: biblioteca dedicada a Benito Pérez Galdós (1919) situada en El Retiro, una especializada en las obras de los Hermanos Quintero, otra emplazada en el Parque del Oeste o la biblioteca infantil situada en el Parterre de El Retiro (1929), donde los más pequeños podían encontrar además de ‘Las aventuras de Gulliver’ o ‘Pinocho’, multitud de juguetes, muñecos, coches o pelotas. También se propuso levantar una Biblioteca Cervantina en la Plaza de España en homenaje a Miguel de Cervantes -que finalmente no consiguió llevarse a cabo-.

El acceso a libros en aquellos años era aún un privilegio reservado a una minoría. Las Bibliotecas Circulantes fueron uno de los primeros pasos en el fomento de la lectura, donde las personas se recomendaban títulos, intercambiaban ejemplares, comentaban impresiones sobre lo que habían leído, llevaban a sus hijos para que eligieran algún cuento o simplemente pasaban un rato buscando novedades y charlando de forma relajada con el resto de curiosos.

Aún hoy, más de 100 años después, podemos encontrar usuarios cómplices, que siguen manteniendo vivas las estanterías de alguna biblioteca circular. Ya sea en forma de caja de madera repleta de cuentos infantiles o como colorido buzón colocado en cualquier andén de metro de donde tomar el pasatiempos perfecto para el trayecto, lo que se denomina hoy como bookcrossing en inglés o boîte a livre por nuestros vecinos franceses, se vuelve el sistema de intercambio más innovador y sorprendente para aquellos que quieran iniciarse en la lectura o busquen nuevas dosis de emoción en estos templetes dedicados a la cultura, que siguen estimulando el interés por conocer nuevas historias en cualquier rincón de la ciudad.

Fiestas de lectura

En el verano de 2023, unos 10 jóvenes del barrio de Brooklyn (Nueva York, Estados Unidos) quedaron en la azotea de un edificio de apartamentos para leer. Detrás de este plan tan atípico para unos treintañeros, latía la necesidad de relacionarse de una forma distinta con otra gente, más allá de los mensajes y las redes sociales. Anidaba en ellos el entusiasmo de compartir una afición y la sensación de sentirse parte de una comunidad que vivía atada a la pantalla de sus teléfonos móviles. El año pasado se organizó una fiesta de lectura de más de 2.000 personas en la misma ciudad de Nueva York y el fenómeno no ha hecho más que despegar.
En poco tiempo, las quedadas de lectura compartida han crecido y se han celebrado en muchas más ciudades (Los Ángeles, Washington, Londres, Roma). Para asistir, simplemente hay que acudir con un libro al lugar elegido. Y que comience la fiesta. La experiencia trae consigo innumerables posibilidades: el placer de disfrutar de una lectura sosegada, mientras un hilo de música ambiente crea el clima perfecto, en un espacio donde todos los asistentes convergen en el mismo interés por la literatura, la oportunidad de un encuentro intergeneracional, donde los lectores más veteranos comparten su experiencia sobre alguno de los libros, al tiempo que contagian de curiosidad a los lectores de la llamada generación Z. En estos encuentros se produce el intercambio libre de volúmenes, la ocasión para hacer amigos o conectar con alguien especial.

El auge de las quedadas lectoras también ha llegado a Madrid, como el ‘Meet and Read’, organizado por el Matadero de Madrid en el Día del Libro o la organizada en la pasada Noche de los Libros en la Plaza del Conde de Barajas, que convocó a decenas de personas. Este tipo de iniciativas son las semillas que con el tiempo y el mimo convenientes pueden consolidar un tipo de ocio diferente, que invite a socializar de otra forma, para nada aburrida, tampoco exclusiva de los frikis asiduos a las historias de kraken y demás mitología fantástica, que acaparan muchos de los coloquios literarios que tiene lugar a lo largo del año, sino que ideas así de atractivas puedan provocar el interés del público en sentido amplio, también de ese tercio de la población española que no lee ni un solo libro a lo largo del año y que puede encontrar en compañía de otros la motivación necesaria para sumarse a un hábito que enriquece de por vida.

Libros a la calle

Una señora sube con dos bolsas de mercado. Saluda al conductor y se percata de un asiento libre al fondo del autobús. Una vez acomodada, el vehículo se pone en marcha avanzando por la avenida. La pasajera ya tranquila y liberada del peso que acarreaban sus brazos, observa a través de sus gafas una lámina ilustrada pegada en el ventanal que enmarca un fragmento titulado ‘El pozo’. ¿Autor? Luis Mateo Díez, Premio Cervantes 2023.

Escenas similares transcurren a diario en el metro o en los 570 autobuses de la Empresa Municipal de Transportes de Madrid (EMT), que participan este año en ‘Libros a la calle’. Creada en el año 1997 por la Asociación de Editores de Madrid, es una de las campañas de fomento de la lectura con mayor tradición en la ciudad. Mediante la cesión de extractos de obras de autores reconocidos y el trabajo de artistas de la ilustración relevantes (Pedro Oyarbide, Irene Mala, Mikel Casal, Natalia Ros…) se han realizado 7.220 láminas distribuidas a lo largo y ancho de toda la red de transporte público de Madrid (ventanas, pantallas, murales, andenes…).

Esta edición de 2025 cuenta con escritores de la talla de Cristina Fernández Cubas (Premio Nacional de las Letras Españolas 2023), Yolanda Castaño (Premio Nacional de Poesía 2023), así como del Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil 2023, Patxi Zubizarreta, entre otros escritores. Además, la campaña conmemora importantes hitos literarios, como el centenario del nacimiento de figuras como Claribel Alegría, José Donoso y Claudio Guillén, así como los 150 años del nacimiento de María de la O Lejárraga.

El medio de transporte es el anfitrión de unos minutos de encuentro con piezas emblemáticas de la narrativa, de la poesía y del teatro en español de gran calidad. El viajero puede conocer más sobre la obra y el propio escritor, a través de los códigos QR que aparecen en cada lámina. Un trayecto entre dos paradas, dos estaciones, que llevan a una travesía más lejana de lo que uno jamás hubiera imaginado al subirse al vagón.

EBIBLIO

Una biblioteca que no lo parece. Carente de muros, estanterías y tejuelos. No precisa de bibliotecario para el préstamo. Tampoco conoce horarios, ya que se mantiene abierta los 365 días del año, las 24 horas del día. Los catálogos digitales permiten acabar con las distancias físicas en el acceso a los libros y amplía la variedad de fondos que cualquier lector puede consultar (fotografías, revistas, periódicos, cómics, películas, cortometrajes, mapas), de forma abierta y gratuita para los usuarios de las bibliotecas públicas de España.

Se cumplen 11 años desde el lanzamiento de eBiblio, como servicio de préstamo bibliotecario digital impulsado por el Ministerio de Cultura, a través de la Dirección General del Libro, el Cómic y la Lectura, en colaboración con las comunidades autónomas. La colección de fondos que ofrece no para de aumentar año tras año. Aunque la mayor parte de los préstamos sigue siendo de libros electrónicos (destacando, por ejemplo, el pasado año 2024 autores como Juan Gómez Jurado, Alana S. Portero o Irene Bueno Vallejo), crece el interés por la consulta de revistas, la lectura de periódicos o de visualizaciones de largometrajes, como en el caso de la plataforma en línea eFilm, por la que el usuario puede reservar un número determinado de películas para reproducirlas en el momento que más le convenga. Además, el usuario cuenta con la posibilidad de descargar la aplicación y ver el contenido en su dispositivo electrónico favorito (móvil, tableta, conexión Chromecast, HDMI).

El catálogo electrónico permite al lector utilizar diferentes funciones de forma ágil (subrayado, marcadores de páginas, anotaciones…), guardar variedad de títulos para leer en cualquier momento, buscar términos en el propio cuerpo del texto o utilizar diccionarios o traductores en diversos idiomas.

Ante la idea generalizada de que la pantalla ha llegado y juega en nuestra contra, ejemplos como eBiblio hacen de las pantallas verdaderas aliadas en el fomento y disfrute de la lectura.


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