Recital, danza y teatro en la entrega de galardones del XII Premio Leopoldo de Luis

La pandemia no evitó que Tetuán celebrase ayer los premios de poesía y relato corto del XII Certamen Literario Leopoldo de Luis. Manteniendo todas las medidas de seguridad, tanto en el aforo como en la presentación, los asistentes pudieron disfrutar del espectáculo en una tarde lluviosa de otoño que se nutrió de cultura.

La concejal-presidenta del distrito, Blanca Pinedo, presentó el evento con unas palabras del poeta que evocaban las terribles circunstancias que hoy se viven: “Difícil, sí, es alzarse, desde el silencio de la pena abrupta, y tocar con los dedos aún heridos, estas candentes realidades duras”. Es evidente que la poesía nos transmite emociones atemporales, de las que siempre podemos seguir sacando esperanza.

Aunque el encargado de limpieza se convirtió en un actor más, mientras limpiaba el atrio después de cada discurso, la experiencia fue muy satisfactoria para los tetuaneros que, ávidos de literatura, asistieron a la entrega de galardones del certamen.

En esta décimosegunda edición del certamen, el premio de poesía ha recaído en Un árbol cargado de poesía, de Olvido Andújar Molina; mientras que el premio de relato corto ha sido para Alberto Porras Echevarría por su obra Piedras. En el apartado de escritores residentes en Tetuán, los galardonados han sido Pedro Fernaud Quintana, por La epopeya del hombre ritmo en la categoría de poesía y Marta Falagán San Juan por su narración Camino a la planta catorce. Por último, se ha reconocido el trabajo como escritora novel de la joven Estrella Martín Zapater por su obra Sopa de letras.

La primera actuación fue la lectura de los tres poemas ganadores, interpretada por una estupenda actriz que consiguió que el público se estremeciera con cada verso. En segundo lugar el escenario se llenó con una performance muda, con música y baile, que hacía referencia a otro de los relatos ganadores. Por último, encerrado en un cuadrilátero de papel, el público asistente se trasladó a la habitación psiquiátrica de uno de los protagonistas premiados, que pudiera asemejarse al monólogo revisado de Virginia Woolf.

Al finalizar, cada vecino pudo llevarse a casa un cuadernito en el que poder tomar notas y un marcapáginas como recuerdo. Sumado al libro que recoge todas las obras galardonadas. 


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