Sabido es que tanto el pavimento como las aceras de las calles del distrito no pasan por su mejor momento en cuanto a mantenimiento y reparación. Que no son una alfombra para viandantes ni para vehículos, vaya. El Ayuntamiento ha planeado arreglar el asfalto de 27 vías y las aceras de 19, cifras que se antojan pocas a la vista de cómo están algunas zonas.
Hay sin embargo una calle que, sin ser de las peor conservadas, tiene tanta mala suerte como las que más deterioro sufren. Se trata de la calle de Oñate, junto al Metro de Valdeacederas y perpendicular a Bravo Murillo, cuyo tramo inicial está a un paso de cumplir un año cortado por obras del Canal de Isabel II. Exactamente, desde el 31 de octubre de 2019, según señala el cartel informativo.
Primero fue la reparación de un colector, que obligó al cierre durante varias semanas. Concluidos los trabajos, la vía se abrió… y se volvió a cerrar poco después, de nuevo para acometer mejoras o bien por un problema de canalización –desconocemos si el mismo, o uno similar algo más arriba–.
En esas llegó la pandemia y el confinamiento, la obra se paró, se volvió a reanudar a las pocas semanas… y así hasta hoy, cuando aún perduran materiales, vallas y casetas impidiendo el paso de vehículos y dificultando en extremo el de los peatones por sus aceras de apenas un metro de ancho.
Eso por no hablar de los sufrientes comerciantes del tramo –una tienda de animales, una peluquería y un consultorio telefónico–, que llevan conviviendo con el caos de ruidos, polvo y molestias durante todos estos meses. Lo dicho, un disparate.
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