La Asociación Betel recoge muebles y restaura vidas

Tiene un rastro de compraventa de mobiliario, ropa, libros, electrodomésticos… en la calle de José Calvo, 4


Betel es una asociación sin ánimo de lucro, que inició su labor social en 1985 en las calles del distrito de San Blas, cuando unos misioneros americanos, viviendo de cerca la realidad de esta barriada madrileña, empezaron a ayudar a personas que tenían problemas con las drogas o con el alcohol, en casas de acogida que poco a poco se fueron extendiendo por toda España e incluso por el mundo, ya que Betel se encuentra hoy en día en más de 100 ciudades en 20 países.

La diferencia de esta asociación es que acoge a personas en exclusión social y que tengan adicciones, sin lista de espera, con ingreso inmediato en alguna de sus casas de acogida y de forma gratuita, con el objetivo de restaurar vidas dañadas y rehabilitarlas para la sociedad.

Y mientras se encuentran en ese proceso de rehabilitación, los residentes de Betel participan en actividades ocupacionales y benéficas para la asociación, como por ejemplo pintura, limpiezas, portes y vaciado de pisos; venta de pollos, paellas o menús del día en su asador; servir desayunos y meriendas en sus cafeterías de Madrid y Sevilla; vender libros en su librería situada en Carabanchel Alto, al igual que su clínica dental, o la recogida de muebles, ropa y enseres de segunda mano en buen estado, que venden en sus rastros, a precios más asequibles.

Siempre hay una salida

Precisamente, uno de esos rastrillos funciona en Tetuán, en la calle de José Calvo, 4, desde hace más de 25 años. En sus más de 200 metros cuadrados se recogen y se venden muebles de todo tipo, electrodomésticos, libros, antigüedades, ropa, curiosidades… “Los vecinos pueden traernos aquellos enseres que sean utilizables o bien nos llaman y acudimos a sus domicilios para retirárselos”, explica Pablo Muñoz, monitor de la Asociación Betel, quien añade que “todo el dinero recaudado con lo que se vende en el rastro, se destina a financiar nuestro programa social de acogida gratuito”.

Pablo es una de esas personas a las que ayudó entrar en Betel, cuando tenía problemas con las drogas y la delincuencia: “Estaba al límite y probé. Conseguí desengancharme y me quedé como voluntario, para ayudar a otros que estén pasando por lo mismo que yo pasé y para que sepan que siempre hay una salida a su adicción”.

Ahora lleva 26 años en Betel y desde este rastrillo hace un llamamiento a los vecinos del distrito, para que “nos traigan ropa, muebles, electrodomésticos… y contribuyan a que podamos seguir ayudando a esas personas marginadas”. O también pueden llamar al 91 311 81 82 e irán a recogerlo a sus casas.

Así es Betel, una asociación de inspiración cristiana, que restaura vidas, pasando de la adicción a la esperanza.

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